miércoles, 9 de diciembre de 2015

Un eje referido a los procesos culturales y estéticos asociados al lenguaje: el papel de la literatura

Nos referimos entonces al estudio de la literatura no como acumulación de información general: períodos, movimientos, datos biográficos, etcétera, sino como experiencia de lectura y de desarrollo de la argumentación crítica. Las teorías sobre el lenguaje (historia de la lengua, lingüística estructural, psico-lingüística, sociolingüística, texto-lingüística, análisis
del discurso) y las teorías literarias (estética literaria, sociología de la literatura, semiótica, retórica, versología, hermenéutica) constituyen las dos dimensiones de la formación de los docentes en esta área. Es sobre la base del dominio conceptual y teórico de estas dos dimensiones que el docente ha de optar por la selección de las categorías más pertinentes y por las estrategias pedagógicas más adecuadas para su recontextualización. De allí la importancia del dominio disciplinario (en los dos campos señalados) en los docentes, cuyo quehacer podríamos tipificar ayudándonos de las observaciones en el aula.

Las tendencias de docentes que privilegian el estudio del lenguaje desde una perspectiva pragmática y los que privilegian el análisis del texto literario, ayudándose de teorías del lenguaje y de teorías literarias,  conducen a innovaciones y se corresponden con docentes muy críticos, que leen y escriben con cierta constancia, pero no son la mayoría. Estos docentes no tienen dificultad para definir, por ejemplo, los mínimos de conocimiento que en lenguaje y literatura deberían tener los estudiantes que han optado por las ciencias. En el análisis de la producción escrita (uso del lenguaje), o de los modos variados del habla, necesariamente se han de retomar las categorías lingüísticas arriba enunciadas, como estrategia para identificar las anomalías o las desviaciones más protuberantes en niveles como la sintaxis y la semántica.

Surgen aquí categorías como las presentadas en este documento en el eje correspondiente a interpretación y producción de textos. Desde estas categorías el estudiante puede descubrir el funcionamiento de la escritura y tomar conciencia de la complejidad de este proceso. Por tanto, la escritura ha de asumirse como una manera de representar saberes y experiencias, lo cual indica el potencial epistemológico que se pone en juego cada vez que alguien escribe teniendo en mente a los interlocutores virtuales.

Un maestro innovador no intimida con el examen para que el estudiante lea, seduce y persuade con los comentarios críticos a las obras, provoca e interroga: se asume pues, sin proponérselo, como un crítico literario. Es la competencia literaria de los profesores de literatura lo que ha de conducir a la definición de criterios para la selección de los textos, considerando inclusive que muchas veces las expectativas de selección de un texto podrían no realizarse; pero aún así, para el caso de un docente innovador, una expectativa truncada se convierte en momento de reflexión (dar cuenta de la experiencia de recepción de un texto que no logró calar entre los estudiantes).

Resulta importante el acercamiento de los estudiantes al mayor número de obras literarias; pero si a través del bachillerato los estudiantes pudiesen leer unas cuantas obras a profundidad, sobre las cuales pudieran desarrollar el pensamiento conjetural y crítico, exteriorizado en lo oral y en lo escrito, estamos seguros que dicha experiencia habrá de impulsarlos hacia la autonomía como lectores competentes que asumen los textos desde el deseo y a través de toda la vida.

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